Paradise

Nueva York. 3:00 AM.
Los tres golpes en la puerta sonaron intempestivos a las tres de la madrugada. Sólo podían ser tres personas: una venía a asesinar a Peter, otra a saldar una antigua deuda y otra a desafiarle en un duelo mortal. El sudor recorrió la frente de Peter, que se valió de su arma antes de abrir la puerta.
Por el momento, ninguna de las tres profecías se cumplió. Era el agente Sam, compañero de profesión, que venía a comunicarle la muerte de su novia. Peter acudió al escenario del crimen, en la que el cuerpo de Katy estaba flotando sobre el río Hudson. Todo apuntaba a una muerte accidental o a un suicidio. Peter reconoció el cuerpo de su novia. Al parecer, se había quitado la vida con un revólver. La bala de 9mm Parabellum pertenecía a la policía. El pasado de Katy guarda relación con un burdel, adonde acudían los policías de Nueva York. Lo que no sabe Peter es que Sam había sido la amante de Katy y esta ocultaba un secreto sobre su pasado que iba a ver la luz. Ni Sam ni Peter estuvieron en el lugar del crimen cuando se produjeron los hechos.