24/09/1998
Bienvenidos otro días más a mi Blog, donde cuento mis experiencias del día a día como estudiante en un instituto. Sin embargo, hoy no vengo a contaros ninguna historia graciosa sobre mis compañeros, o sobre los profesores, tampoco vengo a quejarme de la cantidad de deberes que tengo, o lo difícil que son los exámenes de matemáticas.. hoy vengo a contaros una historia, que quizás vaya a cambiar mi vida, o tal vez, ya lo haya hecho...
Esta historia tuvo lugar en el recreo de mi instituto, ayer mismo , en uno de esos días donde la luz del sol se asoma ligeramente entre las nubes y se dejan ver esas gotas de agua, propias del invierno madrileño.
Todo parecía normal. Un día cualquiera donde la lluvia nos obliga a resguardarnos debajo de los techos del colegio y nos priva de la libertad de correr y saltar por el patio del colegio...
Estaba con Víctor y David, de los cuales ya os he hablado, tomando nuestra merienda mientras charlamos sobre qué íbamos a hacer ese finde semana.. si ir a la fiesta de Borja o quizás quedarnos en casa viendo películas absurdas de comedia barata.
5 minutos antes de que sonara la alarma que marca la vuelta a clase fuimos los tres al baño, como de costumbre, ya que luego en clase ningún profesor nos deja salir ...